viernes, 30 de mayo de 2008

¿Qué es el efecto de fin-de-mes?

Bueno…

Paso a explicar el extraño fenómeno que da nombre al blog.

Lo que pasa es que descubrimos un nuevo estado de conciencia que permite explotar al máximo las facultades creativas, y como vimos que eso era bueno decidimos compartir la buena nueva con todo aquel creativo frustrado que necesite algún recurso de inspiración que no esté penado por la ley o lo deje vomitando el resto de la noche (aunque en algunos casos el nuestro pueda provocar lo mismo).

Hacía un tiempo nos había entusiasmado la idea de armar un blog donde escribir estupideces así la gente inteligente opinara, pero cada vez que nos proponíamos empezar ninguna idea parecía lo suficientemente buena. A ver si me explico, imagínense a Giordano eligiendo modelos para una atrevida colección primavera-verano en “cuestión de peso”. Bueno, algo así. El hecho es que yo creo que quizá Giordano podría haber sacado algo en limpio, nosotros no pudimos, y volvimos frustrados a nuestros quehaceres cotidianos.

Hasta que un día se hizo la luz, lo grafico asi:

Terminábale de dar los toques finales al magnífico café con leche que estaba a punto de acompañar con un episodio de los Simpsons cuyos profundos misterios no terminaba de develar tras la vez número 317 que lo veía, cuando mi querida hermana me preguntó si era tan fácil el parcial del día siguiente.

No se si es necesario explicarles la lista de emociones que recorrieron mi cuerpo al recordar que tenía alrededor de 5 kilos de fotocopias que digerir para las ocho menos cuarto de la mañana, cualquier cosa recurran a su casilla de mail, que probablemente hayan recibido numerosas cadenas al respecto.

Ahora pienso que no debería haber visto igual el capítulo de los Simpsons, pero eso es otra historia.

El asunto es que a las doce de la noche me estaba sentando en la sillita a ver de que se trataban los textos, y comenzaba a corregir los niveles de sangre en el café, cuando de repente se me ocurrió un poema, no saben lo conmovedor que era, ¡pero tenía que estudiar!, ¡no podía distraerme! Pero no pude con el impulso irrefrenable que me poseía, y obedecí el dictado de los cielos. No se los transcribo porque me da vergüencita. Eso me permitió seguir estudiando unos cuarenta minutos más… bueno veinte! El asunto es que después de quince minutos de duro estudio se me ocurrió la intrigante trama de un thriller psicológico con un trasfondo amoroso ambientado en la Argentina de los 20’s con un entramado confuso de complejos personajes y un desenlace inesperado… que tampoco voy a reproducir.

Después de un par de sucesos similares me di cuenta de que estaba en frente de todo un nuevo enfoque hacia los recursos creativos, mi mente desesperada frente a la necesidad de estudiar pero totalmente ajena a cualquier tipo de interés por el palabrerío que tenía enfrente estaba usando todos sus recursos, era un desesperado grito de auxilio desde lo más profundo, era como el desesperado quiero vale 4 del mentiroso que quiere hacer valer su 6 de copas (Al que no sabe jugar al truco que se joda), era la clásica situación previa al examen en la que uno juega a que es superdotado e intenta estirar 60 minutos para que rindan lo mismo que un par de bimestres, era como estirar los últimos cuarenta mangos para vivir hasta que entre nueva guita, era señores, la creatividad producida por el efecto de fin de mes.

Ya estaba listo para decirle a los rockeros que las drogas y el sexo no eran la respuesta. Así que me dispuse a redactar el primer tomo de mi teoría cuando me acordé del examen y volví a estudiar.

El asunto es que seguí estudiando el resto de la noche, y mi mente produjo alrededor de setecientos nuevos proyectos que tuve que postergar, en parte resignado a que después de rendir me iban a chupar un huevo, pero bueh, así es la vida.

Pero eso no ocurrió, no señores, las últimas dos horas estudié en la ducha, en la calle, en el bondi, en la escalera, y de suerte que atiné a dejar de estudiar durante el examen porque me bochaban y ni daba que el profesor me hiciera una escenita. El hecho es que no llegaba, no llegaba, no sabía que hacer, y mi desesperación se mezclaba con las compulsiones sádicas que me producían mis compañeritas 10 que como siempre decían no saber nada más allá de estar condenadas a sacarse un 10.

El asunto es que cuando todo parecía perdido el examen pasó y la vida siguió, el mundo se abrió ante mis ojos como un universo de oportunidades infinitas donde todo era posible, me sentía como Victor Sueiro después de pifiarle a las vías del subte y seguir vivo. El sueño se había adueñado de mi cuerpo, pero mi energía era sobrehumana, tenía miles de boludeces que cometer y nada me lo iba a impedir, así que de este modo los introduzco al mundo del efecto fin de mes (ya se nos va a ocurrir un nombre más científico).

Hasta mi próximo examen.

Peterboy